El primer año se atendieron 100 personas y en dos años, más de 200.
El crecimiento de la población con adicción a la heroína que iniciaba el tratamiento fue exponencial, aquí y en toda Cataluña.
En todos estos años, el servicio «ha evolucionado hacia un acompañamiento en la cronicidad del trastorno adictivo».
El Centro de Dispensación de Metadona (CDM), vinculado al Centro de Atención y Seguimiento a las Drogodependencias (CAS Tarragona) y ubicado en el edificio D del Parc Sanitari Joan XXIII, celebra los 30 años del inicio de su actividad. Cuando el CDM abrió, contaba con una enfermera y una auxiliar de clínica, en las instalaciones del actual IDI, en un rincón aislado del Hospital Joan XXIII. A lo largo del primer año se atendieron 100 personas, y en el segundo año se duplicó esta cifra. El crecimiento de la población con adicción a la heroína que iniciaba el tratamiento fue exponencial, aquí y en toda Cataluña, en una etapa de expansión y consolidación de los programas de tratamiento con metadona. El programa no solo consiste en recetar y distribuir el fármaco sino también en atender de forma integral los problemas relacionados con la adicción y poner en marcha un conjunto de acciones para reducir el daño asociado.
Desde el año 2004, el CAS y el CDM se integran en el mismo espacio, ubicado en la planta baja del Edificio D del Parc Sanitari. El equipo multidisciplinario del CAS atiende ambulatoriamente todas las drogodependencias. Desde hace años, «hay una media de unas 400 personas en el programa de metadona; es decir, personas que de manera continuada toman metadona cada día, 300 de las cuales recogen el fármaco en el mismo centro (no vienen cada día; se dan dosis para tomar en casa) y el resto en farmacias comunitarias autorizadas», explica la psiquiatra del CAS, Dra. Maribel Sabaté. Desde 1993, más de 3.000 personas han pasado alguna vez por el CAS a tomar metadona.
En todos estos años, el servicio «ha evolucionado hacia un acompañamiento en la cronicidad del trastorno adictivo, pero el objetivo del tratamiento no ha cambiado: aumentar la calidad y los años de vida de los pacientes con dependencia a los opiáceos», explica la enfermera especialista en salud mental del CAS de Tarragona, Eva Sentís. Por la propia filosofía del servicio, los profesionales del centro dispensador «estamos en constante adaptación; una adaptación a la realidad social de cada momento: crisis de valores, consumismo y globalización que han contribuido a cambios en la manera en que la sociedad se relaciona con las sustancias, con nuevos patrones de consumo y diferentes problemas asociados», explica la especialista.
Más allá de la dispensación del fármaco, a través del centro se facilita el acceso a los recursos sociales y se ofrece atención y prevención de patología orgánica y psiquiátrica. Por lo tanto, «en el servicio también se pueden administrar otros tipos de fármacos, vacunar, citar, realizar análisis de sangre, etc.», informa Eva Sentís.
Los centros dispensadores de metadona (CDM) son recursos de atención sanitaria de tercer nivel, dentro de la Red de Atención a las Drogodependencias, creados desde 1992 para dar respuesta a los problemas de adicción a la heroína.